Claudio Moraga Bustamante, Investigador Fundación CEQUA
Nuestro técnico Oscar Mancilla la tenia clara, llevaba la carretilla con los sacos de hormigón preparados y otros materiales por el sendero, y adelante, Aurora Fernández nos guiaba resuelta, claro que no sin antes cargar chuzo y pala al hombro, lo que me sorprendió gratamente. Atrás veníamos nosotros con el resto de materiales. Hice una pausa y me puse el bidón de agua al hombro también. Íbamos a sentar las bases para instalar una de las estaciones meteorológicas del Proyecto Microbioma de CEQUA, en colaboración con el Parque Pingüino Rey en Tierra del Fuego. La colega Katherine Gaete ya ha cementado en una columna previa la importancia de la instalación de estaciones meteorológicas en la región y así como varios de los investigadores se han referido al aporte de este proyecto a nivel local y global.
El potencial de estas estaciones meteorológicas incluye los usos conocidos para las líneas de desarrollo productivo tradicionales y emergentes de nuestra región. Además, el impacto social de “conocer el tiempo» siempre ha sido una materia importante en la actualidad regional, basta con ver las consultas en prensa al colega meteorólogo Nicolás Butorovic (Umag) y sus publicaciones del tiempo en redes sociales.
El objetivo de instalar estaciones costeras es sencillo: necesitamos conocer las condiciones del tiempo y climatológicas en el estrecho de Magallanes. ¿Para qué? Para determinar cuál es la relación del cambio climático y las especies que consideramos clave en el Proyecto Microbioma. Por ejemplo, ¿han afectado los cambios de temperatura a los pingüinos y su microbiota? ¿de qué manera? Preguntas muy sofisticadas (ioh! cambio climático), todo muy bonito en el papel, pero el trabajo científico regional como mencionaba al principio también requiere colaboración, “tirar pala”, y creatividad.
Ya que las estaciones meteorológicas son caras y los recursos escasos, hay que ingeniárselas para obtener más datos en más lugares. Colaboración y bases de datos públicas es una forma para usar les datos existentes. Otra alternativa es usar estaciones en lugares específicos y adicionar sensores más baratos en otras áreas. Por ejemplo, es así como también se pueden instalar sensores de temperatura muy pequeños y resistentes que puedan grabar datos por largo tiempo, en más lugares. Y luego se conectan con una aplicación. Uno podría decir… ¡Qué moderno oye!
Luego, hay que meter “las patitas en el barro” de nuevo para ir a recuperar eses datos directamente de la estación o sensor que junta y graba todo (Sí, no hay envío satelital). Quizás por eso en algunos lugares cuidan mucho esos datos, y en otros es fácil pedir les datos desde la comodidad del escritorio, bueno, pero eso es harina de otro quintal (El quintal, para los más jóvenes, corresponde a unos sacos viejos y pesados que han sacado de circulación por romper la espalda de quien los cargaba).
Cuando quedaron listas las bases de la estaciones fuimos a tomar un café con conversación gratis. Luego de esperar unos días para que sequen las bases, continuaremos con el armado de la estación en la Reserva. Por lo pronto nos tocaba partir para armar la estación meteorológica frente a isla Contramaestre, lugar que tiene la concesión de Fundación CEQUA para diversos estudios, en donde destaca el pingüino de Magallanes, principal objeto de conservación de la isla Pronto volveremos a embarcarnos, para seguir trabajando en el Proyecto Microbioma, y continuar haciendo ciencia en la Región de Magallanes.